
BOLIVIA: UN AÑO CON EVO
Hace un año, la contundente victoria alcanzada por Evo Morales en las elecciones en Bolivia creó un ambiente esperanzado en el país. Con un clima económico favorable y un nivel de aprobación que llegó al 80%, más el apoyo de la comunidad internacional, se esperaba que el combativo lider sindical, Evo, diera paso a un estadista capaz de gobernar para todos.
A un año de gobierno, está claro el lider sindical sigue mandando en el Palacio Quemado, y que los profundos cambios políticos, sociales y económicos impulsados por su gobierno –nacionalización del petróleo, una nueva reforma agraria, mayor centralización del poder-- se intentan imponer a través de un estilo autoritario, verticalista, que no tolera disensos ni oposición alguna. El proyecto político de Evo y el MAS es claro: crear una hegemonía de corte populista articulada en torno a lo indígena.
En principio, esta hegemonía iba a legitimarse a partir de una nueva Constitución definida en una Asamblea Constituyente. La Asamblea no ha avanzado nada debido a que el MAS quiso cambiar las reglas del juego e imponer la revisión de la Constitución por simple mayoría y no por los dos tercios que requiere la ley.
El fracaso del MAS con la Constituyente permitió el surgimiento de una oposición vibrante en el país, articulada en torno a los departamentos de la “media luna” (Santa Cruz como eje) y su demanda de autonomía departamental. En vez de negociar y buscar consensos, el MAS, que ha copado diversas formas del poder –la Corte Suprema de Justicia, por ejemplo--, decidió utilizar los movimientos sociales que controla –cocaleros, campesinos, sindicatos-- para destazar a la oposición. El intento de lograr la renuncia de Manfred Reyes y José Luis Paredes, dos prefectos opositores elegidos democráticamente, ha llevado a enfrentamientos y muertes en Cochabamba.
En su búsqueda del poder absoluto, Evo y el vicepresidente García Linera han fomentado la polarización racial y regional de una Bolivia de por sí muy fragmentada. La confrontación verbal ya ha dado paso a los balazos y a los machetazos. A un año de conducción del aparato estatal, los logros del gobierno –inclusión de sectores tradicionalmente excluidos, acuerdos energéticos beneficiosos, un clima de distensión con Chile, mayor presencia internacional— se ven oscurecidos por su tendencia natural a la intolerancia. Evo está haciendo todo lo posible para tornar una fácil victoria en una derrota. Ojalá que un posible gran líder no termine siendo recordado como el hombre que llevó a Bolivia a la guerra civil.