
ORHAN PAMUK, PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2006
(Nota: este texto está basado en uno que publiqué en octubre del 2005, en La Tercera de Chile)
Pamuk, a los cincuenta y cuatro años, ha sido galardonado con el premio Nobel de literatura. La academia sueca no se ha equivocado esta vez. La obra de Pamuk es central para entender nuestro tiempo, pues muestra de manera explícita ese choque que estamos viviendo hoy entre modernidad y tradición, entre Occidente e Islam. Me llamo Rojo, su mejor novela (Alfaguara, 2003; Punto de lectura, 2005), se enfoca con maestría en este tema. La novela, ambientada en el Estambul del siglo XVI, giro en torno a los deseos del Sultán de encargar un libro con retratos suyos que celebren sus logros. Esto no es fácil en tiempos del Imperio Otomano: la ley islámica prohibe el arte figurativo e impide que existan retratos del Sultán. Las influencias artísticas traspasan fácilmente las fronteras, pero luego estas influencias deben lidiar con diferentes normas culturales, políticas, religiosas. Me llamo Rojo es una gran novela histórica, pero también es un policial brillante. Aquí, Pamuk muestra, como muy pocos novelistas contemporáneos, la capacidad que tiene el género novelístico para discutir críticamente los problemas de una región, un país, un continente.
Pamuk ha señalado que Turquía es una nación con dos caras; geográficamente, pertenece a Europa, pero su alma quizás pertenece al mundo islámico. Estambul es el rostro moderno, occidental de Turquia, pero hay otras regiones del país que son más afines al Islam. Por supuesto, no es fácil separar las dos caras: lo normal es que el el corazón de cada turco convivan, de manera incómoda, Islam y Occidente. Nieve, la última novela de Pamuk (Alfaguara, 2005), aborda este tema. Nieve es esa cosa que a los editores de hoy no les gusta para nada, acaso porque saben que hay pocos lectores interesados en ello: una novela política (una editora española me dijo que sólo le aceptaba novelas políticas a Vargas Llosa). El personaje principal de esta novela, Ka, es un poeta turco que hace muchos años vive exiliado en Frankfurt y que decide volver a Turquía en busca de una mujer con la cual casarse. Una vez en Estambul, se entera que Ipek, una bella mujer que conoció durante sus años universitarios, está viviendo en Kars, una remota región del país. Ka decide viajar a Kars con la excusa de hacer un reportaje sobre una ola de suicidios de mujeres a las que se les prohibe usar el velo en el colegio: “A los hombres les da por la religión y las mujeres se suicidan… La causa de estos suicidios es la extrema infelicidad de las jóvenes. Pero si la infelicidad fuera una razón válida para el suicidio, la mitad de las mujeres de Turquía lo haría”.
Una vez en Kars, una tormenta de nieve aísla a Kars del resto del país. Mientras trata de convencer a Ipek de irse con él a Frankfurt, Ka descubrirá ese lado islámico del país que la Turquía moderna se niega a aceptar, y que en el fondo es aquello que ha sido reprimido para que la Turquía moderna exista. Pero lo reprimido, lo sabemos desde Freud, siempre se las ingenia para reaparecer, y cuando lo hace, termina desnudando la verdad acerca del trauma original necesario para fundar una identidad. En el caso de Nieve, la “verdad” es que el fanatismo religioso es abominable pero inevitable en el mundo islámico: “permite que uno pueda ser más pobre pero más orgulloso”. También es inevitable porque permite vivir la idea de Dios no en la terrible soledad del individuo sino en comunidad.
Pamuk ha querido escribir una novela política a la manera del Dostoievski de Los poseídos. No le ha salido del todo. Margaret Atwood ha escrito que se trata de “una lectura esencial para estos tiempos”. Quizás Atwood esté pensando que es necesario leer Nieve para entender la complejidad del mundo islámico. La verdadera novela esencial de Pamuk es Me llamo Rojo. Esa novela es suficiente para considerar a Pamuk como un grande de nuestro tiempo, alguien que merece ser leído más allá de sus problemas extraliterarios o la privilegiada situación geopolítica de su país. Alguien que merece ser leído más allá del Nobel.