Monday, December 05, 2005

LOS CLONES DE ISHIGURO Y HOUELLEBECQ


Una de las noticias más impactantes de este año ha sido el nacimiento de Snuppy, un perro afgano que llegó al mundo en abril después de una cesárea. Snuppy no es un perro cualquiera; es el producto de un equipo de científicos de la universidad nacional de Corea del Sur. Si bien a partir del nacimiento de la oveja Dolly en 1996 los científicos habían logrado clonar a todo tipo de animales, incluyendo a gatos y caballos, el perro se había mostrado resistente a la clonación. Que el equipo liderado por Woo Suk Hwang haya logrado hacerlo sugiere que no está lejano el día en que aparezcan en la tierra las primeras réplicas de primates –y con ello, de seres humanos. La clonación es ya una de las ramas más importantes –y a la vez, la más inquietante—de la biotecnología.
Los clones nos preocupan, y por ello la literatura, ese gran territorio para la exploración de deseos y ansiedades, se ocupa de ellos. Este año han aparecido dos novelas importantes sobre clones: La posibilidad de una isla (Alfaguara), de Michel Houellebecq, y Nunca me abandones (Anagrama) de Kazuo Ishiguro. Lo primero que hay que decir es que, como siempre, la literatura seria llega tarde a la fiesta (Huxley coquetea con el tema en Un mundo feliz, pero allí, más que clones, hay seres humanos modificados genéticamente; están, sí, los Epsilon, esos trabajadores de tareas repetitivas, pero su papel es menor). La literatura popular y el cine hace rato que están poblados de clones: El mundo de Null-A, publicada en 1945 por A.E. Van Vogt, es quizás la primera novela importante de ciencia ficción sobre clones. Desde entonces, otros autores de ciencia ficción han escrito sobre clones: Ben Bova (El hombre múltiple), Arthur Clarke (Tierra imperial), Ursula leGuin (el cuento “Nueve vidas”), Philip Dick (Blade Runner), y por supuesto, Ira Levin, cuya novela Los niños del Brasil fue adaptada al cine y tuvo tanto éxito que hoy es difícil pensar en clones y no tomar en cuenta la connotación siniestra que le dio Levin al tema: habrá científicos interesados en los fines benéficos de la clonación –la reproducción de órganos para transplantes, por ejemplo--, pero no faltará el que la utilice para fines perversos como clonar a Hitler.
La novela de Ishiguro está ambientada en uno de esos colegios privados ingleses que han dado tanta literatura y que en los últimos años se han refuncionalizado: primero fueron lugares donde se podía aprender magia (ver toda la saga de Harry Potter), y ahora, en Nunca me abandones, también admiten a clones. Kathy H., la narradora, recuerda con nostalgia su adolescencia en ese colegio, las travesuras y las bromas, similares a las de cualquier otro colegio. Pero hay algo diferente: Kathy H. y los otros alumnos del colegio son clones; su única función es proveer órganos saludables para los enfermos. Los que defienden la clonación con fines terapeúticos hablan de logros maravillosos como el hecho de que los paralíticos podrán volver a caminar, o de que se podrá detener el proceso de envejecimiento. Ishiguro tiene algo de eso en mente: los clones son un medio para un fin. Kathy H. es un personaje tan bien logrado que uno se conmueve ante su destino. Como sugiere Gary Rosen en el New York Times, Ishiguro, en esta novela, logra dos cosas importantes a la vez: oponerse a los que apoyan la clonación con fines benéficos, y sugerir que uno no debería tener tanto miedo a los clones. Kathy H. es un clon, pero es también una persona. Ella es un descendiente directo de Roy Batty, el replicante de Blade Runner que escapa de una colonia en un planeta lejano y llega a la tierra con el único propósito de buscar a su creador. Batty se rebela contra su destino predeterminado de vivir tan sólo cuatro años. Kathy H., como Batty –como casi todos nosotros--, se aferra a la vida y rechaza las limitaciones que un creador ha impuesto en torno a su mortalidad.
La postura humanista de Ishiguro parecería, en principio, contraponerse a la de Houellebecq, conocido por sus ideas nihilistas. Sin embargo, los extremos se tocan. En La posibilidad de una isla, Houellebecq narra la historia de Daniel, un cómico caústico que, en medio de una crisis existencial producida por el paso de los años –la posible pérdida del deseo sexual, la cercanía de la muerte— entra en contacto con la secta elohimita, que tiene como creencia principal la inmortalidad del ser humano a través de la clonación. De hecho, la novela sugiere que esa creencia se ha tornado realidad, pues los capítulos están narrados alternadamente por Daniel1 y, un par de milenios después, sus clones, Daniel 24 y Daniel25. Aunque la prosa de Houellebecq deja mucho que desear, la novela tiene momentos provocativos que nos convencen de que la crisis actual de Francia es más profunda de lo que creíamos: Daniel es representante de ese “derrumbamiento masivo, pasmosamente rápido, de las creencias religiosas tradicionales”. La religión católica ha muerto en Europa, y ahora, con las nuevas generaciones, también ha muerto el amor; incapaz de tener convicciones, el hombre es un sujeto que hace todo guiado por su deseo sexual, y que, sometido por sus pulsiones libidinales, vive alargando su juventud. No es de extrañar, entonces, que Daniel sea atraído por los elohimitas (basados en los raelitas), reniegue de su mortalidad y abrace la fe elohimita en la inmortalidad.
¿Y qué pasa con los clones de Houellebecq? Los “neohumanos”, como se los llama, no están felices, quieren vivir más. La inmortalidad se logra a través de un truco: Daniel1 sobrevive milenios después en Daniel24, pero para ello debe morir. Daniel25 deberá ser reemplazado por Daniel26: “La felicidad no era un horizonte posible. El mundo nos había traicionado. Mi cuerpo me pertenecía por un breve lapso de tiempo; yo jamás alcanzaría el objetivo asignado. El futuro estaba vacío…”
En Houellebecq, hasta los clones son nihilistas. Pero uno entiende las quejas de Daniel25 ante la traición del mundo, la decisión de Marie23 de dejar la ciudad y buscar una comunidad utópica de salvajes, y, de pronto, se sorprende poniéndose del lado de los clones. La literatura, al soñar el futuro, nos habla de las deseos y las ansiedades del presente. Ishiguro y Houellebecq nos dicen, hoy, algo fundamental: el siglo XXI pertenece a Roy Batty, a Kathy H., a Daniel25: no hay que tenerle miedo a los clones.

16 Comments:

At 6:25 AM , Blogger Soñadora Insomne said...

¿No hay que temerle a lo clones? ¿Qué tal si como en "El Moderno Prometeo" creamos un monstruo que nos llevará a la autodestrucción, pues ni él mismo ni nosotros comprendemos su naturaleza? ¿Los clones tienen alma? ¿Nosotros tenemos alma?
Me planteas una serie de interrogantes que pueden ser útiles para escribir una nueva novela sobre clones.

 
At 7:39 AM , Blogger Miguel Lundin Peredo said...

Coincido con lo que expone en su comentario "Soñadora insomne", las interrogantes planteadas en tu articulo pueden ser utiles para escribir una novela sobre la clonacion,explorar el mundo real de una posible nación futura habitada por duplicados de personas
de diferentes lenguas y culturas y seria bueno que incluyas algo sobre la clonacion entre tus planes narrativos.

 
At 8:21 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

No, creo que no sólo hay que temer a los clones. Eso ya lo hacíamos. Las nuevas novelas nos sugieren representaciones positivas de clones, y eso es lo interesante. En la ambivalencia de la imagen está lo interesante ahora...

 
At 5:33 PM , Blogger Daniel Salvo said...

Muy buen artículo, Edmundo, aunque discrepo ligeramente con eso de la "literatura seria" (Houllebecq, Ishiguro) frente a la popular. Si has leído "La quinta cabeza de Cerbero" de Gene Wolfe (publicada por Minotauro), sabrás que hace rato hay literatura seria sobre el tema.
Saludos
Daniel Salvo

 
At 10:08 AM , Blogger Martín Palma Melena said...

La clonación presenta desafíos para la Bioética: no todo lo que puede debe hacerse… Las novelas sobre clones deben servir también para prevenir los excesos de unos adelantos genéticos que sólo vean al hombre como un medio y no como un fin y que sólo los reduzca a una dimensión biológica, al punto que las personas sólo sean valoradas por su ADN….

 
At 2:03 PM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

daniel, gracias. debi haber aclarado que para mi la literatura popular y seria no son incompatibles. Dick y otros grandes de la ciencia ficcion son literatura popular, y a la vez son nuestros clasicos (por ahi tengo un post sobre dick)

 
At 2:46 PM , Blogger Daniel Salvo said...

Si, lamentáblemente respondí antes de leer el post sobre Dick. Sorprendente la cantidad de escritores que lo han leido. Parece que Dick es la punta de lanza para que la ciencia ficción sea -al fin- considerada literatura, al menos por ciertos sectores.
Saludos, y que sigan los exitos.
Daniel Salvo

 
At 2:46 PM , Blogger Daniel Salvo said...

Si, lamentáblemente respondí antes de leer el post sobre Dick. Sorprendente la cantidad de escritores que lo han leido. Parece que Dick es la punta de lanza para que la ciencia ficción sea -al fin- considerada literatura, al menos por ciertos sectores.
Saludos, y que sigan los exitos.
Daniel Salvo

 
At 2:48 PM , Blogger Daniel Salvo said...

Si, lamentáblemente respondí antes de leer el post sobre Dick. Sorprendente la cantidad de escritores que lo han leido. Parece que Dick es la punta de lanza para que la ciencia ficción sea -al fin- considerada literatura, al menos por ciertos sectores.
Saludos, y que sigan los exitos.
Daniel Salvo

 
At 2:50 PM , Blogger Daniel Salvo said...

Perdón por la repetición, error del servidor.
Daniel Salvo

 
At 5:10 PM , Blogger Andres Waissbluth said...

No es a la clonación a la que temo. lo que me angustia es esa sensación de sobrepoblación que me surge.

 
At 8:01 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

Andrés, creo que tienes un gran futuro como escritor de aforismos (no bromeo, ¡buenísimo!)
abrazo

 
At 5:54 PM , Blogger Bisama said...

edmundo: dos cosas o más. Uno, hay un viejo comentario de Dick sobre la pregunta de qué define lo humano. Para dick -y eso corre para los clones- eso es la bondad. que qué entendía dick por bondad, no lo sé, pero me hago una idea. Dos, es interesante la fuga de estos "autores serios" hacia los temas de la ci/fi pero hay que precisar que por ejemplo, houllebecq siempre ha estado en esa: las partículas elementales era una novela de ci/fi, o más bien una novela sobre la trastienda de la ci/fi, sobre cómo se origina el mundo del futuro en los desastres del presente. y tres, al final la pregunta sobre los clones es una pregunta propia del primer mundo al reflexionar sobre las versiones del otro con las que se relacionan. es interesante cómo leemos a Ishiguro pero aún más como leemos a Michel H, o cómo lo mal leemos en tanto síntoma de agotamiento. de hecho, su obra es una evolución de temas super clásicos vestidos con ropajes excéntricos. Por eso es smash hit: el adolescente -es un modo de llamarlo, pero se trata de adolescente emocional al fin de cuentas- perdido ("ampliación del campo de batalla"), el desorden de las familias ("Las partículas elementales") y el amor perdido ("plataforma").
pero me estoy extendiendo. la pregunta por los clones, leída desde acá -lo que sea que es el tercer mundo- es aún más compleja porque nosotros somos los clones: la mano obrera de recambio perpetuo, los órganos del mercado negro, la identidad degradada en laberintos de pastiches, las versiones piratas de otras culturas. nuestro mejor autor, Borges, era maestro de la clonación, por ejemplo. eso. creo que el tema da para una columna que supongo que escribiré alguna vez. saludos y thanks por la cita de qué pasa que estuvo hiper cool. un abrazo.

a.

 
At 5:58 PM , Blogger Leo Zelada said...

La imagen que pones de la mìtica pelicula Blade Runner me parece precisa para este tema de la clonaciòn.
La clonaciòn y ese afan muy humano de la busqueda de la eternidad.
Antaño se buscaba el santo grial y hoy el grial es el mapa genetico completo del ser humano.

 
At 7:28 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

Alvaro, gracias por los comentarios. Lo de Houellebecq, tienes razón, en principio la reseña iba a ser sólo sobre él, pero luego con el prólogo y lo de Ishiguro me di cuenta que me había extendido mucho y luego me metí de lleno a la novela de Houellebecq. Debí haber hablado un poco de Las partículas elementales, novela que me gustó mucho.
En cuanto a lo otro, yo estaba hablando de clonación en el sentido más estricto del término. Por supuesto, da para una lectura metafórica muy compleja --la que tu sugieres--, y espero que la escribas pronto. Abrazo, y no hay nada que agradecer por la cita de Qué Pasa.

 
At 2:11 PM , Blogger Daniel Salvo said...

Pues en Latinoamérica ya nos adelantamos a todo eso: en el Perú se ha dado una ley que prohibe expresamente la clonación de las personas.
Pongo el enlace al editorial de octubre de 2002 de "Ciencia Ficción Perú", pidiendo disculpas al dueño del blog por el abuso de confianza
http://espanol.geocities.com/cifiper2002/octubre2.htm

 

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