EL CASO PAMUK
El escritor turco Orhan Pamuk ya ha obtenido algunos de los reconocimientos internacionales más notables, entre ellos el premio internacional IMPAC de Dublin. El pasado domingo, Pamuk recibió el prestigioso Premio de la Paz de los libreros alemanes en la feria del libro de Frankfurt. Pero su nombre no sólo aparece en las secciones culturales de los periódicos: en diciembre comenzará el juicio a Pamuk por el delito de “denigrar a la nación”: en febrero, Pamuk había declarado a un diario suizo que “treinta mil kurdos y un millón de armenios fueron asesinados en Turquía pero nadie, excepto yo, se anima a hablar de este tema”. El gobierno turco jamás ha aceptado responsabilidad alguna sobre el genocidio de la población armenia. El caso Pamuk ha adquirido repercusiones que van más allá de lo local debido al deseo de Turquía de formar parte de la Comunidad Europea. Los críticos señalan que el derecho a la libertad de expresión del escritor turco más reconocido en Occidente es más importante que las retrógradas leyes locales; sin embargo, las leyes existen, y hace poco otro escritor en Turquía ha sido condenado a seis meses de prisión por "denigrar a la nación" (la pena máxima es tres años). ¿Qué hacer? ¿Modernizar las leyes para que se encuentren más acordes a las normas de la Comunidad Europea? ¿No ceder a la presión internacional, mostrar que los problemas turcos se solucionan con leyes que, aceptadas o no, son parte del código penal del país?
Lo irónico de todo esto es que el caso Pamuk muestra de manera explícita el choque entre modernidad y tradición, entre Occidente e Islam, que es parte central de la obra de Orhan Pamuk. Me llamo Rojo, su mejor novela (Alfaguara, 2003; Punto de lectura, 2005), se enfoca con maestría en este tema. La novela, ambientada en el Estambul del siglo XVI, giro en torno a los deseos del Sultán de encargar un libro con retratos suyos que celebren sus logros. Esto no es fácil en tiempos del Imperio Otomano: la ley islámica prohibe el arte figurativo e impide que existan retratos del Sultán. Las influencias artísticas traspasan fácilmente las fronteras, pero luego deben enfrentarse a diferentes normas culturales, políticas, religiosas. Me llamo Rojo es una gran novela histórica, pero también es un policial brillante. Aquí, Pamuk muestra, como muy pocos novelistas contemporáneos, la capacidad que tiene el género novelístico para discutir críticamente los problemas de una región, un país, un continente.
Pamuk ha señalado que Turquía es una nación con dos caras; geográficamente, pertenece a Europa, pero su alma quizás pertenece al mundo islámico. Estambul es el rostro moderno, occidental de Turquia, pero hay otras regiones del país que son más afines al Islam. Por supuesto, no es fácil separar las dos caras: lo normal es que el el corazón de cada turco convivan, de manera incómoda, Islam y Occidente. Nieve, la última novela de Pamuk (Alfaguara, 2005), aborda este tema. Nieve es esa cosa que a los editores de hoy no les gusta para nada, acaso porque saben que hay pocos lectores interesados en ello: una novela política (una editora española me dijo que sólo le aceptaba novelas políticas a Vargas Llosa). El personaje principal de esta novela, Ka, es un poeta turco que hace muchos años vive exiliado en Frankfurt y que decide volver a Turquía en busca de una mujer con la cual casarse. Una vez en Estambul, se entera que Ipek, una bella mujer que conoció durante sus años universitarios, está viviendo en Kars, una remota región del país. Ka decide viajar a Kars con la excusa de hacer un reportaje sobre una ola de suicidios de mujeres a las que se les prohibe usar el velo en el colegio: “A los hombres les da por la religión y las mujeres se suicidan… La causa de estos suicidios es la extrema infelicidad de las jóvenes. Pero si la infelicidad fuera una razón válida para el suicidio, la mitad de las mujeres de Turquía lo haría”.
Una vez en Kars, una tormenta de nieve aísla a Kars del resto del país. Mientras trata de convencer a Ipek de irse con él a Frankfurt, Ka descubrirá ese lado islámico del país que la Turquía moderna se niega a aceptar, y que en el fondo es aquello que ha sido reprimido para que la Turquía moderna exista. Pero lo reprimido, lo sabemos desde Freud, siempre se las ingenia para reaparecer, y cuando lo hace, termina desnudando la verdad acerca del trauma original necesario para fundar una identidad. En el caso de Nieve, la “verdad” es que el fanatismo religioso es abominable pero inevitable en el mundo islámico: “permite que uno pueda ser más pobre pero más orgulloso”. También es inevitable porque permite vivir la idea de Dios no en la terrible soledad del individuo sino en comunidad.
Pamuk ha querido escribir una novela política a la manera del Dostoievski de Los poseídos. No le ha salido del todo. Margaret Atwood ha escrito que se trata de “una lectura esencial para estos tiempos”. Quizás Atwood esté pensando que es necesario leer Nieve para entender la complejidad del mundo islámico. La verdadera novela esencial de Pamuk es Me llamo Rojo. Esa novela es suficiente para considerar a Pamuk como un grande de nuestro tiempo, alguien que merece ser leído más allá de sus problemas extraliterarios o la privilegiada situación geopolítica de su país.
7 Comments:
Es un honor personal el encontrar en la web este blog que posee el nombre de tu ciudad ficticia, el autor turco sobre el que hablas en esta nueva entrega de tu bitacora digital es realmente una de las mejores cartas actuales de iniciación en la literatura perteneciente a las culturas islamicas.
Una pregunta esencial : cuando saldra a la venta esa nueva novela tuya sobre el mundo de los
videojuegos?
Edmundo,
Interesante este autor Pamuk.He léido tus textos literarios y me agrada tu literatura.
Aprovecho la oportunidad para invitarte a visitar mi blog literario:
http://leozeladabrauliograjeda.blogspot.com/
Leo Zelada
Escritor
Hola Edmundo, que bueno encontrate en la blogosfera, un mundo, al que sospechaba no ibas a poder resistirte. Bienvenido, espero nueva novela.
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saludos, leo, ya visitare tu blog...
nueva novela espero que haya para el próximo año, pero la de los videojuegos está postergada. estoy terminando la que tiene que ver con la guerra del gas...
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