HENNING MANKELL: CON EL ÉXITO EN LOS TALONES
Durante mis años universitarios en el Buenos Aires de mediados de los ochenta, fascinado por la política y la literatura policial, yo había descubierto dos verdades contundentes: una, que hacía mucho tiempo que nadie escribía novelas negras como las de Chandler y compañía; dos, que Suecia era un país modelo, un ejemplo a seguir, con su combinación de capitalismo y Estado de bienestar. Un par de décadas después, descubro a la vez, gracias a Henning Mankell, que estas dos verdades ya no se sostienen.
La novela policial se ha renovado y se convertido en la gran novela social del presente. Uno de los principales responsables de esta renovación es Mankell, un escritor sueco nacido en Estocolmo en 1947, que hace más de treinta años vive buena parte del año en Mozambique --dirige el Teatro Nacional en Maputo--, y que, en 1990, dio origen, con Asesinos sin rostro, a la serie de nueve novelas protagonizada por el inspector Kurt Wallander. Wallander recibe muchas cartas de lectores, pues Mankell ha logrado, a la manera de Conan Doyle con Sherlock Colmes, crear un personaje tan verosímil para los lectores que algunos creen que en verdad existe. Mankell ha sido devorado por su personaje, lo cual es uno de los mayores logros al que puede aspirar un escritor. El entrañable Wallander es un inspector de la policía de Ystad (en el sur de Suecia, en la gélida región conocida como Escania) que fracasa irremediablemente en su lucha contra el exceso de kilos, alguien que tiene problemas para superar su divorcio, con un padre bordeando la demencia senil y una hija rebelde a la que no puede entender. Es también un hombre que no deja piedra sin remover durante sus investigaciones, aunque, más allá del trabajo metódico, sus casos sean resueltos a veces gracias a la ayuda del azar o la intuición.
Existen otras razones para entender el éxito de Mankell. Una de ellas tiene que ver con el aggiornamiento de temas en la novela policial. Como dice el escritor uruguayo Elvio Gandolfo, en las novelas de Mankell el “caso” policial específico siempre termina entrecruzándose con “un hecho más amplio, social, espinoso”. En Asesinos sin rostro, por ejemplo, aparece uno de los grandes temas de debate en las sociedades de Occidente: ¿qué hacer con los miles de inmigrantes que llegan cada día a Europa y los Estados Unidos? Un refugiado somalí es asesinado en la calle por una organización racista de ultraderecha, cansada de la “generosa política de refugiados” del gobierno sueco. Wallander no es maniqueo, y siente “ciertas simpatías contradictorias por algunos de los argumentos xenófobos” que salen a la luz durante el juicio Wallander se pregunta: “¿Tenían el gobierno y el Departamento de Inmigración en realidad algún control sobre el tipo de gente que entraba en Suecia? ¿Quién era refugiado y quién un buscador de fortuna? ¿Era verdaderamente posible hacer una distinción?”
Con temas como la inmigración ilegal, la corrupción política y la aparición de violentos movimientos neo-nazis, Wallander es un policía a la usanza antigua que se convierte sin querer en testigo de la aparición de “un mundo nuevo que había surgido sin que él se hubiese dado cuenta”. Kart Wallander se pregunta: “¿Cómo iba a aprender a vivir en esta nueva era? ¿Cómo se maneja la enorme inseguridad que se siente ante los grandes cambios, que además ocurren demasiado deprisa?” Lo que Henning Mankell está narrando es, de manera específica, algo que el gran crítico esloveno Slavoj Zizek llama “la lenta y dolorosa decadencia del estado de bienestar sueco”. El éxito de Mankell se debe, entonces, a que la problemática local --Suecia ya no es la gran utopía social--, repercute en otros países de Europa y otras partes del planeta. Más allá de Mankell, la novela negra está en auge porque ha encontrado un modelo narrativo eficaz que le permite narrar la crisis de la sociedad capitalista en su estado más salvaje, tan competitivo como corrupto.
¿Algo más? Sí, la atmósfera, el escenario. Con Mankell nos encontramos ante un paisaje deprimente, de continuas nevadas, vientos huracanados, gris desolador en el cielo y temprana oscuridad en el invierno. Un paisaje ideal para las crisis existenciales en las películas de Bergman, crisis de las que no está exento Wallander, con su tendencia a la depresión y sus ataques de pánico (aunque, en Mankell, el problema existencial se halla subordinado al social). Se trata de un mundo muy provincial, muy particular. El “potente resurgimiento” de lo local se convierte para Zizek en un paradigma de los caminos que ha tomado el género policial en la aldea global: tenemos detectives catalanes, mexicanos, chilenos, tibetanos…
Los que todavía no han leído a Mankell harían bien en comenzar con Asesinos sin rostro, la más emblemática, eludir las más flojas (Los perros de Riga y La leona blanca), y seguir con La falsa pista, La quinta mujer y La pirámide, las únicas hasta ahora disponibles en español (editadas por Tusquets; de un par de ellas hay edición de bolsillo,en Quinteto). Los que saben sueco pueden leer la última novela publicada por Mankell, Innan Frosten (Antes de la nevada), en la que Linda, la hija de Kurt, hace su aparición como el nuevo detective principal de Mankell, Tenemos Wallander para rato.
8 Comments:
Edmundo,
Muy interesante tu analisis sobre la obra de Mankell y la literatura policial.Lo que hablas de la desmitificaciòn de la Suiza arcadica me hace recordar mi experiencia en la suiza centroamerica que es Costa Rica,un pais donde no existe ejercito sin embargo todo los miembros de la policia lleva en sus hombros M16 armamento obviamente militar.
Te invito a Leer mi Blog.
Aqui en Madrid donde estoy ahora residiendo veo que te leen mucho.
Un abrazo desde España.
Hola Edmundo,
Leo tus posts con regularidad pero no los comento pues no he tenido necesidad de hacerlo -tus exposiciones son muy claras y vienen siempre aderezadas con información que, supongo, por lengua, acceso a bancos de datos y talento para seleccionarla, tus lectores nunca dejamos de agradecerte.
Esta vez sólo una cosilla que, coincidencialmente toca también al opinador que me precede: Zizek no es lituano sino esloveno, nació en Lubliana; y respecto al comentario anterior, como todos lo habran notado, Mankell no es suizo sino sueco.
Que estes bien y hasta otra vez. Saludos desde la vieja Zürich
Antes de la nevada es una gran novela, sabias que Mankell se inspiro en un personaje real para inventar a su personaje, su amistad con un miembro de la policia sueca le sirvio como preludio de su serie de novelas policiacas.
Estimado Victor, muchas gracias por el comentario y por hacerme notar el error, ya corregido. Un gran abrazo.
hola leo, acabo de ver tu nota, voy a visitar tu blog. Me llama la atencion que digas que me leen mucho en Madrid. Digo, no me puedo quejar, pero no es para tanto :)
Edmundo:
Gracias por tu comentario en Que Pasa a Departamento Vacios, la banda sonora de Se Arrienda.
Hemos tenido, en general, criticas duras en la prensa escrita. Aunque en la blogosfera se leen cosas muy bonitas al respecto.
Suerte y gracias!
:::v:::
Edmundo,
Eres el unico autor boliviano que mencionan en Madrid y la mayoria de comentarios sobre tu obra narrativa son muy favorables.
Yo estoy ahora residiendo en Madrid presentando mi novela y mi ultimo poemario y a su vez tratando de generar en el medio literario madrileño un interes mayor por literatura sudamericana.
Un abrazo.
La xenofobia a la que estamos acostumbrados los residentes inmigrantes de Suecia ha sido desatada al maximo despues de el asesinato de Anna Lindh en un centro comercial de Estocolmo. Sucedido el 2003, el asesino era un inmigrante y la victima era una destacada politica que podia ser la nueva cara despues de Göran Persson en el poder. Mijailo Mijailovich con este asesinato politico aparentemente motivado por una psicopatia mistica hizo que los suecos sacaran a la luz sus miedos enterrados hacia los inmigrantes.Quizas por eso Mankell relata el miedo hacia el otro en "Mördare utan ansikte". Aunque el nunca se imagino que el 2003 perderia la vida una politica destacada del parlamento sueco.
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