Tuesday, November 15, 2005


KUNKEL Y LA GENERACION POST 11 DE SEPTIEMBRE


Ya nos habíamos acostumbrado a la generación norteamericana de David Foster Wallace, Rick Moody, Dave Eggers y compañía, y de pronto nos enteramos que ellos ya no son el último modelo; ahora los nuevos se llaman Jonathan Safran Foer, Nicole Krauss, Nick McDonnell y Benjamin Kunkel. Si la anterior generación es descreída, escéptica, irónica, y suele encontrarse de vuelta de todo, la nueva sigue siendo irónica pero ya no cree que eso sea suficiente: hay que comprometerse. Ante el fracaso de las grandes utopías de cambio social, los chicos de los noventa decidieron refugiarse en la juguetona distancia. Los de hoy piensan que del fracaso se puede aprender: lo importante es encontrar algo en qué creer. En cuanto a estética, los malabares posmo y meta de Moody y el resto lograron conmover más de una vez (en novelas como La tormenta de hielo, en memorias como A Heartbreaking Work of Staggering Genius), pero siempre hay en ellos ese deseo de impresionar, de mostrar su diversidad de recursos aunque sea gratuitamente, de asegurarse de que son los más inteligentes de la clase; uno se ríe con ellos, pero no de ellos. Kunkel y Safran Foer no son escritores de tanta pirotecnia verbal, y el tono más característico mezcla la seriedad con el orgullo de no tenerle miedo al ridículo. Está claro que, en los Estados Unidos, también en literatura hay un antes y un después del 11 de septiembre.
Indecision, la novela de Benjamin Kunkel que acaba de publicar Random House, es un buen punto de partida para entender a esta generación. Kunkel ha recibido reseñas positivas por haber logrado atrapar la voz, los impulsos conflictivos, las ansiedades de esos jóvenes a quienes el 11 de septiembre les llegó antes que la madurez. En estos tiempos hipermediáticos es muy difícil pensar que una obra artística sea capaz de abarcar, definir, atrapar a todo un grupo muy disperso de individuos de un país inmenso. Aun así, pocos artefactos culturales son tan capaces como la novela para captar el espíritu de los tiempos.
Dwight Wilmerding, el personaje central, es un joven de veintiocho años que sufre de indecisión crónica. Aunque escucha a Pavement y no a Nirvana, tiene la falta de ambición y la forma de vestir desaliñada de los grunge de una década atrás. Su pareja, Vaneetha, le dice: “Estás viviendo en un cliché, y ni siquiera un cliché nuevo”. Dwight piensa que “conocer que los clichés son clichés no te ayuda evitarlos. Uno tiene que vivir su experiencia como si nadie la hubiera vivido”. Ésta es una idea clave de la novela: han quedado atrás los días en que había que escapar de los clichés –en la literatura, en la vida—como si se trataran de la peste.
Para tomar decisiones importantes, Dwight debe tirar una moneda al aire. Gracias a la sugerencia de un amigo, decide probar Abulinix, una droga que promete librarlo de su indecisión. Casi al mismo tiempo, recibe una invitación de una holandesa que había conocido años antes en la universidad y a la que jamás había podido olvidar: la holandesa se encuentra en el Ecuador y quiere que Dwight la visite. Dwight viaja al Ecuador, la holandesa se escapa al verlo, pero se queda con él Brigid, la belga anticapitalista que le enseñará las verdades siniestras del neoliberalismo. Dwight decide acompañar a Brigid en su viaje por las selvas amazónicas del Ecuador.
No sabemos a ciencia cierta si las decisiones que toma Dwight una vez en Ecuador son producto del Abulinix, o si simplemente Dwight ha comenzado a emerger por sí solo de su abulia. Lo que sí sabemos es lo siguiente: el viaje a América Latina le sirve a un norteamericano para descubrir que vive en un sistema capitalista expoliador. No hay en la novela, en verdad, personajes latinoamericanos que puedan dar testimonio de esta expoliación; Indecision trata del viaje de un turista, un mochilero bien intencionado que sufre ante tanta pobreza y se conmueve ante la franca inocencia de los niños humildes (hemos quedado en que uno no puede escapar a los clichés).
En la selva ecuatoriana, Dwight recuerda, con remordimiento, que la noche del 10 de septiembre del 2001 la pasó drogado en Éxtasis, en una orgía con Vaneetha y sus amigos. A la mañana siguiente, todavía somnoliento, vio sin ver –sin creer— cómo dos aviones se estrellaban en las Torres Gemelas. La literatura sobre el 11 de septiembre va creciendo (Safran Foer en Extremely Loud and Incredibly Close, McDonnell en The Third Brother); Indecision es también parte de este subgénero, porque aunque el tema sea tratado tangencialmente, lo que le ocurre a Dwight en esa noche de fiesta y en ese sobrio despertar condensan su trayectoria vital en la novela (y la de una generación despertada bruscamente de su jolgorio).
El punto clave de la conversión de Dwight ocurre cuando, en la selva ecuatoriana, éste descubre los efectos depilatorios de la raíz de la bobohuariza y se le ocurre que podría comercializarla; Brigid le hace ver que con esa gesto no está haciendo más que continuar en la larga tradición de norteamericanos y europeos explotadores de los recursos naturales del Tercer Mundo. En esta parte de la novela, las largas parrafadas en las que Brigid le explica a Dwight cómo funciona el sistema capitalista neocolonial son didácticas, inverosímiles como parte de un diálogo: “Es deprimente que Sudamérica siga en lo mismo de siempre: recursos naturales, mano de obra barata”. Deprimente, en verdad.
Al final de la novela, Dwight se ha convertido al socialismo y termina en Cochabamba, Bolivia, en una ONG, escribiendo notas de prensa en defensa de los derechos económicos de los trabajadores. No hay aquí nada de ironía: Dwight cree, tiene fe. Es un ser generoso y lleno de esperanza, capaz de comprometerse con los explotados. ¡Ah, las buenas intenciones! Dwight es una gran persona, pero eso no es suficiente para hacer de Indecision una gran novela.
Scott Rudin, productor de El show de Truman y Los Tennenbaum, acaba de pagar un millón de dólares por los derechos de Indecision. La inevitable ironía: tanto dinero por una novela acerca de alguien que descubre las maldades del capitalismo y termina de jefe de prensa de Evo Morales.

13 Comments:

At 4:40 AM , Blogger Unknown said...

Ce la vie...los cliches se mantienen, la explotación también, habra que ver la segunda parte, cuando Evo es presidente y el gringuito viaja a conseguir plata a Europa aprovechando su buen ingles...Gracias por compartir la nota

 
At 7:00 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

gracias por tus comentarios, Paul. He estado leyendo tu blog. Tus textos son muy buenos. Deberías pensar en un libro onda Imágenes paceñas, una actualización, una visión contemporánea de La Paz en clave de Sáenz.
abrazo

 
At 8:29 AM , Blogger Soñadora Insomne said...

¿Es en serio? Parece una broma cruel.
En cuanto a los clichés, ni modo, están por todas partes. No sé qué tanto huir de ellos, si al final, no querer vivir en clichés es un cliché.
Todo en la vida es paradójico.
Un abrazo enorme.

 
At 10:03 AM , Blogger Martín Palma Melena said...

La generación pos 11 de setiembre, aunque no tenga intenciones de emular a la Generación del Mayo Francés, sí va a tener más necesidad que la Generación X para hallar respuestas en un mundo tan convulsionado… En ese sentido, sería verosímil que algunos terminen como mochileros bienintencionados, como el protagonista de la novela, aun cuando sepan que estarán cayendo en clichés…

 
At 11:07 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

no es broma, soñadora. y sí, coincido contigo, tratar de escaparse de los clichés es también un cliché... un gran beso

 
At 11:08 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

martin, tienes toda la razón, la literatura tarde un poco en procesar las experiencias y recién ahora estamos comenzando a ver el impacto del 11 de septiembre en la nueva generación. no hay claridad, pero sí el deseo de hacer algo socialmente relevante, lo que implica, en muchos casos, irse de mochilero al tercer mundo, en busca de una ONG...
abrazo

 
At 9:54 AM , Blogger TantoGusto said...

Evo tiene nombre de diva alternativa, como Ava,Bjork, Uma u Oprah. Una diva étnica. Ese podría ser un bonito giro que nos salve del cliché: Evo en plan Drag Queen de gira por los night clubs de la selva y el altiplano...un momento ¿creo que hay una película con algo así?

 
At 8:14 AM , Blogger Unknown said...

gracias por los comentarios Edmundo, de hecho tengo un libro publicado pero más en poesía. Lo que tengo en el blogg son unas crónicas que publico en la prensa, veré sin embargo de seguir tu consejo
Un abrazo de un amigo lector tuyo

 
At 3:51 PM , Blogger rondeldia said...

jajajaj que delca ese libro, me hizo reir mucho, destinado a perpetuar la imagen del europeo conciente, el americano ignorante pero redimido y el latino JODIDO.

Sin duda, hay un antes y despues del 11...

coincido en que la segunda parte debe estar mejor...

 
At 8:15 PM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

sebastian, he visitado mundoalreves, felicidades
hay un cambio y a ratos siento que puedo dialogar mejor con ustedes que con mis mayores
quizás vaya a santa cruz en diciembre, a ver si nos conocemos
saludos

 
At 9:11 PM , Anonymous Anonymous said...

Será un gusto. Ya te estamos esperando.

 
At 7:53 AM , Blogger [i] Isabel La Fuente Taborga said...

saliendome un poco del post mismo... creo que no es solo el impacto del 11S ni el 11M... es más que eso... quizás estas generaciones no sean las revolucionarias de antes, quizás su callada batalla es otra... que aunque suena a cliché me parece igual de importante... un acercamiento a las realidades sociales... no desde el izquierdismo politico... más bien desde la sensibilidad, desde el mirar al otro como a uno e identiicarse, ver en el otro algo de ti... y creo que ese es el resultado de los contingentes migratorios que han hecho que mas de un "norteamericano" y un "europeo" casi siempre (por no decir siempre) jovenes, deje de seguir el guion satanizante y se detenga a pensar... y a mirar un poco mas.

 
At 4:31 AM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

ergoth, tienes toda la razón. Es un tema que me interesa mucho, cómo se articulan las nuevas generaciones con la política, en un momento de desconfianza ante la ortodoxia ideológica... y felicidades por tu blog.

 

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