LA VIRGEN DE LOS SICARIOS
Hace un par de semanas, la revista colombiana Semana eligió las mejores novelas latinoamericanas de los últimos 25 años. Los editores culturales de Semana me encargaron escribir un texto sobre una de las elegidas, La Virgen de los Sicarios. Esto es lo que escribí:
Fernando Vallejo ha actualizado el recurso retórico de la diatriba para nuestros tiempos complacientes. En La Virgen de los Sicarios, el gramático lanza injurias contra Dios, Colombia, las autoridades, los pobres, los campesinos, la misma existencia humana: “Creemos que existimos pero no, somos un espejismo de la nada, un sueño de basuco”. Se trata de un discurso violento, escrito con pasión pero a la vez con una prosa tan perfecta como flexible, con conceptos atados a imágenes poderosas: la candileja de un globo que se va al cielo, roja como “la sangre que derramará Colombia”; las “balas rezadas” de los sicarios que se preparan en una cacerola, espolvoreadas con agua bendita. En las palabras del gramático enamorado de un adolescente asesino --un relato que tan pronto conmueve como devasta--, hay algo de la furia nihilista de los narradores de Thomas Bernhard, pero aquí hay más claroscuros que en el monocorde Bernhard, una mayor capacidad para captar el temor y temblor de la vida.
Vallejo nos dice que el enfrentamiento entre civilización y barbarie, paradigma de la cultura latinoamericana desde el siglo XIX, ya no va más: hace rato que la barbarie ha ganado la partida. “En Colombia hay leyes pero no hay ley”. No es casual que sea un gramático el narrador: en el país de las formas y las buenas costumbres, en el país de grandes letrados, es alguien dedicado al orden de la letra el testigo privilegiado del caos. El gramático dice que “a Medellín… el cine y la novela le quedan muy chiquitos”. La magistral paradoja de Vallejo es que, en La Virgen de los Sicarios, el escritor colombiano nos demuestra con contundencia que nada le queda chico a la novela.
2 Comments:
Esta novela, además de las cualidades que mencionas, tiene un erotismo difícil de encontrar. Una mezcla fascinante.
Advertencia! Leer a Vallejo puede ser adictivo! Yo comencé con El desbarrancadero y Mi hermano el alcalde, ambas muy buenas, antes de leer La virgen de los sicarios. Gracias por recordarme que tengo a otras dos suyas esperando en el estante virginal... Sin duda, Vallejo es un maestro.
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