FIGURAS DE LA LEY
A los once años descubrí en la biblioteca de mi papá las novelas policiales de Agatha Christie. Leí una de ellas, El secreto de Chimneys, y me quedé en el mundo de la Christie por el resto de mi adolescencia. La principal razón no tenía nada que ver con su prosa funcional; tampoco con sus argumentos rebuscados, de muertes con dardos envenenados en un avión, aunque éstos llamaban algo mi atención, sobre todo porque la novelista inglesa fue una maestra en el arte de estirar hasta el infinito el ars combinatoria del policial. Era el personaje principal quien me seducía. Hércules Poirot, el detective belga, andaba por el mundo resolviendo casos con arrogancia y displicencia. Bajo de estatura, calvo y con mostachos, Poirot era una figura cómica, una suerte de pariente cercano de Chaplin. Gracias a él, revisé todas las librerías y revisterías de mi polvorienta ciudad, hasta dar con casi todas las novelas –alrededor de ochenta-- que escribió la Christie (y me decepcioné algunas veces, al descubrir que el personaje principal era Miss Marple). Gracias a él, comencé a escribir cuentos plagiados a la Christie, e inventé mi primer personaje seudoliterario: el detective Mario Martínez (el nombre se lo robé a un tenista boliviano que esos días había llegado a la posición 33 en el ranking mundial).
Poirot me sedujo porque para él no había misterio que no pudiera ser resuelto usando las "células grises". Él era un descendiente en línea directa de Auguste Dupin y de Sherlock Holmes, seres que habían ayudado a consolidar la figura del detective como el arquetipo de la razón en Occidente. El detective era aquel que, gracias a su intelecto, podía desbrozar enigmas y conminar el caos social al orden. Los robos y asesinatos que ocurrían en las páginas de Poe, Doyle y Chesterton eran transgresiones temporales a la ley, que en el último capítulo encontraban su castigo. No es casual que el género policial haya aparecido en el siglo XIX, tiempo de románticos y revolucionarios, y también de hijos de la Ilustración todavía capaces de apostar, pese a la enorme cantidad de pruebas en su contra, por el imperio de la racionalidad. En mis días colegiales yo también creía en ese imperio, y no encontraba mejor modelo que el de ese género para asegurarme que la presencia desenfadada de las múltiples formas de corrupción en nuestro entorno terminaría con la restauración de la ley. Grandezas y miserias de la adolescencia.
Hoy Poirot me parece una figura anacrónica, alguien que vivió el siglo XX sin ser tocado por éste. El siglo XX dejó de lado el modelo analítico, intelectual, inglés del policial, y lo sustituyó por el modelo norteamericano duro, de Hammet, Chandler y Cain. El policial del siglo pasado, más que afirmar la Razón, terminó mostrando sus límites, y de su paso nos reveló la corrupción de la sociedad moderna. Los detectives que me atraen ahora son los del film noir, de métodos menos ortodoxos que los cerebrales, a veces tan corruptos como sus perseguidos, y que encontraron en el cínico y a la vez romántico Humphrey Bogart su mejor encarnación. También me atrae Lönrrot, esa genial creación de Borges, a quien le bastó un solo cuento para actualizar el arquetipo del detective para nuestros tiempos descreídos: aquel que cae en las trampas de la razón, aquel que se enreda en los laberintos del intelecto para terminar derrotado por éste. En la literatura contemporánea, Paul Auster ha entendido la propuesta borgiana y la ha radicalizado. En Borges, al menos, hay una solución al enigma, aunque el culpable del crimen no recibe ningún castigo y es el vencedor del duelo. Auster, en La trilogía de New York, no sólo crea un detective derrotado, sino también sugiere que ni siquiera hay soluciones al misterio. ¿Y qué decir de autores como Rubem Fonseca? Fonseca tiene un detective, Mandrake, pero está más fascinado por la figura del criminal que por la del agente del orden.
Una historia de la literatura del siglo XX debería estudiar el progresivo avance de dos géneros “menores” y populares, el policial y la ciencia-ficción, sobre las canónicas aguas de la literatura de corte realista. Autores contemporáneos del género policial como Henning Mankell, Andrea Camilleri, Boris Akunin, P.D. James, Michael Connelly y Dennis Lehane son respetados y cada vez son menos los críticos que osan considerarlos “menores”. Por otro lado, casi no hay autor “serio” en cuyas páginas no se encuentre una reescritura del género policial: Ricardo Piglia, Roberto Bolaño, Margaret Atwood, el Martin Amis de Tren nocturno.
En Roberto Bolaño, por ejemplo, además de los guiños de Los detectives salvajes al género, se puede encontrar en El gaucho insufrible “El policía de las ratas”, un cuento que reinscribe un texto clásico de Kafka, “Josefina La Cantora”, en el esquema del policial. El detective de Bolaño, Pepe el Tira, es una rata que investiga la muerte de otras ratas. La creencia de la comunidad es que las ratas mueren a manos de otras especies más fuertes –comadrejas, serpientes--, pues “las ratas no matan ratas”. Sin embargo, en sus investigaciones, Pepe el Tira descubre que “las ratas somos capaces de matar a otras ratas”. ¿Es la pulsión criminal una anomalía de una rata individualista o parte de la naturaleza de la especie? Sea como fuera, esa pulsión es un veneno, un virus que ha infectado a todo el pueblo. Pepe el Tira sabe ahora que las ratas están “condenadas a desaparecer, lo que equivalía a que nosotros, como pueblo, también estábamos condenados a desaparecer”.
En Bolaño no hay ninguna nostalgia de Poirot, pero todavía continúa la fascinación por las figuras de la ley. Esas figuras, que servían para dar fe de la inteligibilidad del universo y de la autoridad de la razón para desbrozar el caos en torno nuestro, existen ahora para articular una reflexión existencialista en que el mundo se revela sin sentido y la especie, a la manera de Sísifo, “condenada desde el principio”, no se arredra, continúa luchando y marcha en busca de “una felicidad que en el fondo sab[e] inexistente”.
13 Comments:
Creo que nunca he leído una novela policial, aunque curiosamente he leído el cuento de Borges que citas y el de Bolaño, gracias a quien he entendido la importancia de los géneros menores.
Al fin y al cabo, lo que hizo Bolaño, resumiéndolo extremadamente, fue reunir bajo su prosa los géneros menores con los mayores, porque en 2666 hay género policial, pero también hay género de ciencia ficción; imposible olvidar a Ianiv.
Sí, muy buen resumen del trayecto de la figura del detective y su credibilidad. No he leído la trilogía de ny, y ahora que leí Leviatán, me gustó (aunque no tanto) y quedé con ganas de más. ¿Y qué pasa con esas películas orientales donde todas las hipótesis (contradictorias, divergentes) tienen cada vez más pruebas a su favor? ¿Y qué pasa cuando el detective y el criminal se hacen amigos?
Cada día me gusta más esta columna, con todo respeto creo que estás juntando puntos para que compre tu novela.
saludos
diego, coincido contigo. bolaño trabaja todos los géneros a su manera, los dinamita desde adentro.
buenas preguntas, gabriel, dejame pensarlas mientras vas a la librería a comprar mi novela :)
gracias por la buena onda...
2666 ciencia ficción? ein? que no te engañe el título. El libro tiene mucho de novela policial pero nada de ciencia ficción
perdón, sigo...
No digo que Bolaño no utilize la ciencia ficción así como otros géneros menores (Era un grandísimo admirdor de philp k. dick)
edmundo: saludos y una observación. O dos.1) "El policía de las ratas" es el cuento que más me gusta de "El gaucho..." y no tengo idea por qué. 2)no puedo dejar de pensar que la parte 4 de "2666" está influida directamente por "mis lugares oscuros" de James Ellroy. Esto, lo he dicho antes, pero no me parece malo repetirlo porque señala el mecanismo de aproximación de Bolaño al policial, siempre desde el borde, desde lo excéntrico antes que de lo canónico. el asunto no es menor porque Bolaño sí tiene una perfecta nouvelle policial: "estrella distante" que se ofrece como esbozo de sus ideas sobre la relación entre literatura y crimen. es un movimiento intrigante porque muestra cómo bolaño procesa los géneros menores, como si exprimiera la intriga y el suspense hasta dejarlos fríos, hasta convertirlos en objetos que secretan una suerte de horror metafísico. eso. saludos porteños (pero ahora de baires, donde estoy de vacaciones)
a.
Comentario aparte, o mejor dicho aporte: no es Ianiv, es Ivanov, así se llamaba el escritor ruso que aparecía en 2666....
Saludos
confieso no haber leído 2666 todavía...
álvaro, "El policía de las ratas" es uno de mis cuentos favoritos, y creo que lo es porque une dos de mis pasiones; lo veo como una lectura kafkiana del policial. En cuanto a "Estrella distante", la he leído como cinco veces y la sigo procesando. Es literatura, crimen y poder, en una ensalada explosiva. abrazo y disfruta de tus vacaciones...
Estaba buscando material de apoyo para escribir un ensayo sobre bolaño y me he topado con tu blog.
Gracias por la ayuda indirecta.
Saludos
Aprovecho para mandarte un enorme saludo. Y... quiero leerte pronto en un libro.
Cariños.
Hola Edmundo. Una buena noticia para los admiradores de géneros menores: la sección de libros del New York Times acaba de estrenar "Across the universe", una sección sobre ciencia ficción escrita por Dave Itzkoff: "Itzkoff hopes his column 'can help demystify the genre for readers who believe, mistakenly, that sci-fi and fantasy books have nothing to offer them, and to show them that the boundaries of these categories are fluid and ever-expanding'".
También quería mencionarle que hay al menos otra novela en español en forma de e-mail: "El corazón de Voltaire" del puertorriqueños Luis López Nieves, editada por Norma bajo la serie Literatura o muerte (donde también aparece "Adiós, Hemingway" de Padura Fuentes y "El enfermo Moliere" de Rubem Fonseca.
Saludos
quizás escriba algo sobre "el policía de las ratas"... ahí se los muetro si es que lo hago... alguien conoce un buen ensayo para comenzar a meterse con lo del género detectivesco??
Hola a todos.
Por cosas del destino leí 2666 de Bolaño y la Trilogía de de Nueva York de Auster en fechas relativamente cercanas. No pude evitar establecer una serie de conexiones entre ambas obras, partiendo, a mi juicio, por la aparente estructura policial que las sustenta. Desde mi punto de vista, y en ambos casos, el registro policial es sólo una excusa para adentrarse en el mundo de los personajes y su relación con ellos mismos, la soledad y la locura. La coartada perfecta.
Debo reconocer que ambas novelas me desconcertaron, en el buen sentido de la palabra, pero sin duda la visión poética de la muerte y los asesinatos que propone Bolaño contiene una belleza a la que es imposible resistirse.
Saludos
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