CARLOS MONSIVÁIS: POSTALES MEXICANAS
Hace un par de años en la feria del libro de Miami, asistí a un feroz debate entre Mario Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner y Carlos Monsiváis. El intercambio de ideas llevó a una clara polarización: en una esquina, Vargas Llosa y Montaner; en la otra, Monsiváis. Pese a ser superado numéricamente, el intelectual mexicano se defendió con humor y lucidez; sus ataques al ALCA no tuvieron desperdicio. Todo el público quedó convencido de la ortodoxia izquierdista de Monsiváis.
Esa misma noche, en la cena en homenaje a los participantes del debate, tuve la oportunidad de sentarme a su lado. De inmediato, Monsiváis me contó que Evo Morales había visitado México hacía poco, y que lo habían escandalizado los aplausos de la intelectualidad de izquierda cuando el líder indígena boliviano habló de llevar a la cultura occidental “al paredón de fusilamiento”. Ahí me quedó claro que Monsiváis era un izquierdista peculiar: nada ortodoxo, capaz de ser crítico con la misma izquierda cuando era necesario. Otro ejemplo más actual: su ferviente apoyo a la candidatura presidencial de Lopez Obrador, su convicción de que en las elecciones mexicanas hubo fraude y de que la protesta es justa y necesaria, no ha evitado que atacara en un carta pública los métodos elegidos por Lopez Obrador para la protesta: “el bloqueo… es un hecho de insensibilidad profunda que lastima una causa que es de muchísimos”.
Carlos Monsiváis, reciente ganador del premio Juan Rulfo, es un intelectual tan conocido por el público que ha aparecido en más de una tira cómica (ya en 1995, el periódico La Jornada llamó a esto “monsimanía”). Nacido en 1938 en el seno de una familia protestante en el México católico, se estrenó como periodista en 1954 –año en que también aparece el primer libro de Carlos Fuentes--, con una crónica sobre una manifestación política en la que habían participado Frida Kahlo y Diego Rivera. Con más de cincuenta años de participación continua en la esfera pública, Monsiváis ha sido uno de los que más ha hecho por mantener la elevada calidad del género de la crónica en la tradición latinoamericana (una tradición que tiene su punto elevado con los modernistas de fines del siglo XIX). Lo suyo, claro, es más bien “nueva crónica”, pues dialoga activamente con el “nuevo periodismo” de los Estados Unidos (Tom Wolfe, Hunter Thompson), con su estilo de no oponer la crónica a la ficción (la crónica también participa de la ficción, de la imaginación). Entre sus libros más importantes de crónicas se encuentran Amor perdido (1977), Escenas de pudor y liviandad (1981) y Los rituales del caos (1995).
Monsiváis es un creador prolífico, de admirable versatilidad temática: sus textos van desde el análisis de la alta calidad literaria presente en la obra de Salvador Novo hasta la importancia del bolero y la telenovela como formas culturales imprescindibles para entender el siglo veinte mexicano, pasando por los ritos melodramáticos relacionados con la Virgen de Guadalupe. Después de Borges, es el que más ha hecho por convertir al prólogo en un género literario.
Monsiváis es un agudo observador de la vida política; de hecho, su fama comienza con sus crónicas sobre la masacre de Tlatelolco en 1968, recogidas en su libro Días de guardar (1970): “En el féretro el hijo único, victimado dos días antes en el Casco de Santo Tomás, al adueñarse el ejército de las escuelas del Politécnico. No, ella no ha acumulado reproches, ni maldiciones, ni injurias. Avanza y va demostrando, con desplazamientos irrevocables y exactos, la torpeza de la estatuaria cívica. Ella camina y su paso lo preside todo, restaura proporciones que el caos había olvidado. Sus brazos en alto concluyen en la V. Un concepto del luto y de la pérdida se está enterrando ahora”. Se puede decir que, en Tlatelolco, la izquierda mexicana encuentra su voz en los textos de Monsiváis y Elena Poniatowska.
A través de las crónicas de Monsiváis se puede seguir el crecimiento desaforado de la ciudad de México. Como dice John Kraniuskas, el tema constante es el de la “creatividad de la cultura popular en un contexto de urbanización acelerada y precariedad económica”. La identidad mexicana no se forma en la escuela sino a través de la industria cultural; la radio, el cine, la música popular, la televisión ofrecen modelos de conducta para ser sacralizados (el pelado, el macho, Cantinflas): Monsiváis señala que entre 1930 y 1950, gracias a la radio, “se va precisando el nuevo personaje o nueva categoría social, el Ama de Casa, el primero y el más firme de los auditorios cautivos… la criatura de la domesticidad y los detergentes que llora, ríe o se pasma a petición del melodrama y de las sugerencias como órdenes del locutor”.
El melodrama ayuda a unificar la sociedad, su sentimentalismo amortigua la transición de la sociedad tradicional a la sociedad moderna. En Monsiváis no hay nostalgia ante aquello que se pierde; hay más bien crítica ante la forma regocijada en que la gente se integra a la sociedad de consumo capitalista, y una mirada dispuesta a sorprenderse ante las nuevas formas que tomará la creatividad popular.
Kraniuskas también sugiere que todo se desplaza en los textos de Monsiváis: el cronista deambula por la ciudad; la cultura alta se disemina a través de la cultura de masas (la poesía modernista se refugia en los boleros); lo religioso impregna lo secular (el vocabulario sacro es central en las canciones de Luis Miguel). Las crónicas y ensayos de Monsiváis, obsesivamente centrados en México, también sirven para entender a América Latina —de hecho, el año 2000 ganó el premio Anagrama de ensayo con Aires de familia, un análisis de la cultura y sociedad latinoamericana--. Con todo, lo cierto es que en Monsiváis se encuentra una paradoja necesaria: por más que lo suyo sea el desplazamiento continuo, él es principalmente el privilegiado cronista de un espacio único, la ciudad de México.
5 Comments:
Parece ser que nadie comenta este post sobre Monsivais o tal vez todavia nadie se ha decidido a dejar su opinión despues de leer este articulo de gran calidad.
Luego de navegar por mas de una hora, el azar(aunque podria ser un poco pretensioso), hizo que cayera en tu página... se que este comentario no se refiere para nada al articulo presente; pero mi intención es felicitarte, he leido un par de libros tuyos..(el último amores imperfectos)... es un libro contundente, la verdad; es por esto que no queria dejar pasar oportunidad de felitarte... sigue adenlante.
un abrazo desde santa cruz, Bolivia
Pablo carbone
poeta y soñador.
www.aleph-bolivia.blogspot.com
Grande Monsivais. Esa clase de personas que no se preocupan demasiado de comprender el futuro, pero que están muy cerca de descifrar el presente.
Buen post. Saludos.
Él es la prueba indiscutible de que somos todo y nada a la vez.
Que maravillosamente productivo debe ser estár en contacto con personas que valen la pena.
Me gustó tu entrada.
Visitaré tu blog periódicamente. Tal ves podrías dedicarme un poco de tu tiempo y hacerme algunas recomendaciones, ya sabes algo para leer, páginas que visitar...
Lo agradecería,pues hace poco que empecé a abrirme a la universalidad.
This comment has been removed by a blog administrator.
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home